Tras un arranque memorable en su primera jornada, el Muralla Indie encaraba el sábado 13 con las expectativas por todo lo alto. Y no tardamos nada en comprobar que la magia seguía intacta.
La encargada de abrir el escenario fue Suu, que conquistó desde el primer acorde. La catalana nos deleitó con su personalísima versión de “Enamorado de la moda juvenil”, un guiño perfecto para arrancar el día con complicidad y sonrisas. Tampoco faltó su ya emblemático “Passen Coses”, coreado por un público que, a pesar de la hora temprana, respondió con la energía de una noche avanzada. Su frescura y cercanía demostraron por qué se ha ganado a pulso un lugar en la escena indie actual.
Tras ella, llegó el turno de Carlos Sadness, siempre fiel a su aura tropical y ese carisma magnético que lo convierte en uno de los artistas más queridos del panorama. Con su mezcla de indie-pop y ritmos luminosos, Sadness consiguió transportarnos a un verano eterno entre palmeras imaginarias. El momento álgido llegó cuando invitó de nuevo a Suu al escenario para interpretar juntos “Perreo Bonito”. El dueto, cargado de complicidad y buena onda, se convirtió en uno de los momentos más celebrados de la tarde.
La tarde siguió con Veintiuno, que venían con las pilas cargadas tras haber ofrecido ya otro bolo ese mismo día. Lejos de notarse cansados, desplegaron toda la fuerza de su último disco y confirmaron que viven un momento dulce. El público vibró con sus letras sinceras y sus estribillos pegadizos, y, como si ya fuera una tradición, también ellos quisieron compartir escenario con Suu, que se convirtió en la invitada omnipresente del festival. La química entre todos se notaba y el ambiente fue una auténtica fiesta colectiva.
Los siguientes en subir fueron Niña Polaca, que aportaron su descaro y ese punto canalla que tanto les caracteriza. Su directo, cargado de energía y guitarras afiladas, levantó a todos los presentes, que respondieron con saltos, pogos y coreos. Con su mezcla de ironía, frescura y espíritu de barrio, los madrileños demostraron que no entienden de medias tintas: o los amas o los amas.
El broche de oro de esta primera edición lo pusieron Miss Caffeina, que aparecieron en el escenario con la seguridad de quienes saben que su repertorio está plagado de himnos. Sonaron todos sus temas más conocidos, coreados al unísono por un público entregadísimo, y además aprovecharon para presentar “Que seas feliz”, su nuevo single, que apunta a convertirse en otro clásico instantáneo. Fue un cierre vibrante, con la emoción de sentir que estábamos ante un final perfecto para un festival que ha nacido grande.
Y si algo merece mención aparte, fue la decisión de colocar esa grada central y accesible al público: un acierto absoluto que permitió disfrutar de los conciertos desde otro ángulo, cómodo y con una visión privilegiada. Un detalle que redondeó la experiencia de un festival que, sin duda, ha llegado para quedarse. Por nuestra parte, solo nos queda despedirnos del Muralla Indie hasta el año que viene. Mientras tanto, os dejamos con las mejores imágenes de la segunda jornada:
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