Sin duda, cuando nos sentamos frente a Los Furtivos Gnomos nos encontramos ante un proyecto cargado de particularidades artísticas. Tras casi dos años de silencio, la banda santiaguina reaparecía hace algunos meses para mostrarnos “Entre la niebla”. Era inevitable no morir de la emoción, pues nos encontrábamos ante el primer single adelanto de su próximo trabajo. Esta deliciosa construcción atmosférica, cuyo sonido es cercano al ambient, relataba un naufragio en dirección a un lugar desconocido gracias a la señal incierta que va llegando del exterior. Más tarde vino “Los Veleros (Y el Viento)”, una exquisita colaboración con la tan talentosa cantautora Josefina Espejo. Ambos adelantos nos pusieron los dientes largos, y hoy celebramos que aquel EP del que hablábamos ya es una realidad.
Todavía recordamos con cariño el buen sabor de boca que nos dejó su anterior EP, “Cuentos del nuevo jardín” (2020). Ha llovido mucho entonces, eso es verdad, pero Los Furtivos Gnomos no han perdido su esencia en absoluto. Es más, conservan las guitarras y voces indie folk que caracterizaron a aquel trabajo siguen intactas. Y así lo demuestran en este esperadísimo EP, titulado “El Libro Agua”. Este segundo trabajo, publicado bajo el sello independiente Zilla Records, es, a su vez, un adelanto de su próximo álbum. De momento, sabemos que éste llevará por nombre “La Danza de Los Náufragos” y verá la luz durante el año 2024.
En este EP la banda chilena nos deja 4 temas -2 de ellos inéditos hasta el momento- y un epílogo. A nivel sonoro, en él encontramos ambientes naturales y sintetizadores envolventes que nos mecen el alma. Parte de la culpa la tienen Rodrigo Huircan y Matías Carrillo, productores del mismo, así como Rodrick Tobar y Manfred Acsta, encargados de realizar la masterización en Circular Estudios. Todos ellos pusieron su granito de arena en esta experiencia ambiental tan natural como profunda que supone “El Libro Agua”.
En lo lírico, la banda se ha dedicado a navegar por melancólicos mares, encontrando todo tipo de estampas de aguas tempestuosas y de paisajes tétricos. La idea era bastante clara: relatar sentimientos de desapego y resignación. De hecho, el propio Matías Carrillo -compositor y coproductor del EP- relata que mientras componía sus letras estaba atravesando un cuadro de depresión. En consecuencia, aquella sensación de seguridad y desconcierto se ve reflejada en sus letras.
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