Ya había ganas del Festival Gigante. Como cada último fin de semana del mes de agosto, no fallamos a nuestra cita con uno de los festivales más familiares, cercanos y queridos de nuestra escena musical. Al igual que ocurriera en el año anterior, la cita tenía lugar en La Huerta del Obispo de Alcalá de Henares (Madrid). El lugar es un precioso recinto amurallado que ha visto cómo, una vez más, este festival ha conseguido dejarnos boquiabiertos en su octava edición. Como podéis imaginar, celebrar un festival en una ciudad considerada Patrimonio de la Humanidad es todo un reto. Por eso, hay que hacer muy bien las cosas para conseguir estar a la altura de las circunstancias. Pero claro está que de esto, queridos lectores, sabe y mucho la organización que hace posible el Festival Gigante.
En todo caso, echando la vista atrás, había una diferencia bastante evidente con respecto a la edición anterior: las sillas. En aquella edición pandémica del año 2021 el recinto se presentaba dividido en cuatro zonas. Si recordáis, dentro de cada una de las zonas había asientos y una zona de restauración propia. Por suerte, las recomendaciones en materia de seguridad e higiene frente al Covid-19 se han ido relajando y este año hemos podido volver a disfrutar del Festival Gigante tal y como lo hacíamos antes de la pandemia. Además, un año más el festival ha contado con la colaboración de Vibra Mahou, la plataforma de Mahou Cinco Estrellas que busca generar encuentros en torno al directo de los artistas.
Así que dicho esto, como las ganas ya las traíamos de casa no nos faltaba más que calzarnos las zapatillas cómodas, un pantalón corto y las gafas de sol para sobrevivir a los rayos de media tarde y, sobre todo, la fresca camisa de festival que con tanto cariño reservábamos para la ocasión. Todo en orden para ser felices en un Festival Gigante que lo pone realmente fácil.
Nada más llegar al recinto, pusimos rumbo a la caseta de acreditaciones, donde pudimos confirmar, tal y como llevamos haciendo varios años, que la organización cuida con tremendo cariño de los medios que nos encargamos de cubrir el evento. Así, pulsera en mano por fin, pusimos rumbo al Escenario Gigante, donde Barry B se encargaba de dar el pistoletazo de salida al festival. Caía un sol de justicia sobre La Huerta del Obispo, pero el artista burgalés -y reconocido amante de los Kit Kat- sorprendía a los primeros asistentes al ritmo de su ecléctico sonido que entremezcla rap y pop urbano.
Casi sin tiempo para terminar de cotillear cómo estaba organizado el recinto este año, nos esperaba la siguiente cita. Ichi Segovia y Clara Alvarado, es decir, Biuti Bambú, pusieron patas arriba el Escenario Vibra Mahou a golpe de su pop fronterizo. El talento femenino seguía dominando la tarde gracias a Jimena Amarillo, quien alrededor de las ocho de la tarde nos esperaba en el Escenario Sideral. La joven artista valenciana presentaba su primer disco, “Cómo decirte, mi amor” (2021). Supo tocar el corazoncito de esos primeros asistentes que, aunque todavía no llenaban ni la mitad del recinto, cayeron rendidos a sus pies a base de pop íntimo.
Casi sin tiempo para saltar de un escenario a otro, cambiamos de tercio completamente con la llegada de Fresquito y Mango. Los zaragozanos se comieron el Escenario Gigante gracias a su pop fresco. Así demostraron que su sonido underground y su actitud canalla son motivos suficientes para poner patas arriba el escenario principal.
La noche comenzaba a caer sobre el recinto del Festival Gigante cuando hacía acto de presencia Natalia Lacunza en el Escenario Sideral. En las primeras filas le esperaban un ejército de fans enloquecidas con su presencia. Ese calor pudo notarlo también la Tiny Band que acompaña a la compositora e intérprete en cada uno de sus directos.
La artista hizo un recorrido por su corta, pero prolífica carrera. No faltaron a la cita algunos de los temas de sus dos primeros EPs, como “Olivia” o “Dile”. Tampoco, otros tantos de su recién estrenado disco debut, “Tiene que ser para mí” como “No me querías tanto”, “Cuestión de suerte” o “Todo lamento” con sus letras llenas de mensajes y que son tan personales para la artista. Por otro lado, nos sorprendió con la cover de “Crazy” de Gnarls Barkley, canción que tanta suerte y buenos momentos le ha dado. En resumen, todo ello hizo que el concierto fuera una puesta en escena redonda.
Se hacía difícil encontrar el momento de reponer fuerzas, pero finalmente pudimos hacerlo mientras Medalla daba el resto en el Escenario Vibra Mahou. Sin duda, la banda barcelonesa, consiguió romper unos cuantos cuellos en toda la zona de foodtrucks que rodeaba al escenario. Pudimos ver como no fueron ni uno ni dos los asistentes que, embobados frente al espectáculo de esta propuesta psicodélica de coreables letras, casi pierden su turno a la hora de pedir la ansiada cena. Y es que la banda liderada por Eric Sueiro nunca decepciona, y con tres discos a las espaldas cargados de reivindicación se han ganado a pulso el lugar en la escena musical alternativa que hoy atesoran.
Después, casi sin tiempo para la digestión, nos esperaba Cupido en un Escenario Gigante frente a un público entregado que coreaba sus letras con entusiasmo. La banda, liderada por el barcelonés Pimp Flaco, nos mostró con un delicioso acento canario lo reluciente que se ve su nuevo disco, “Sobredosis de amor”. Sin embargo, no faltaron a la cita temas anteriores como “Tu foto”. Tampoco faltó “Autoestima”, su súper colaboración con Lola Índigo y Alizzz que el publico coreó de principio a fin.
Pasada ya la media noche, Miss Caffeina hacía lo propio en el Escenario Sideral. Los madrileños son los reyes del pop alternativo nacional así que no necesitan mucha más presentación. Eso sí, su escenografía inspirada en su quinto disco, “El año del tigre” (2022), llama la atención por su iconografía asiática. De hecho, consigue invitarnos a mudarnos de continente y casi hacernos olvidar por un momento que estamos en Alcalá de Henares. No faltaron a la cita temas alegres de este trabajo como “Las Vegas”, “Fuerte el aplauso”, “Me voy” o“Punto muerto” (sin Ana Torroja en este caso), aunque también temas más lentos de sus anteriores trabajos como “Oh Sana” o “Reina” que también hicieron temblar a un público que prácticamente parecía concentrado en este punto del recinto.
El último, pero no menos importante, plato fuerte del día lo ponía Niña Polaca. La cita fue en un Escenario Gigante frente al cual llovieron los pogos. Sus cuatro componentes afirman que sus letras están inspiradas en el hateo y en los lloros, pero confirmamos que esto es lo que menos provocan. Decididamente, siempre es un gusto ponerse de frente a Kobbe, Beto, Surma y Sandra. Ver cómo rinden cuentas con “Nora”, “Joaquín Phoenix” o nos ayudan a superar un drama tan grande como lo fue “La muerte de Mufasa” a base de un sonido indie rock de lo más ácido que a nadie deja indiferente. Con ellos cerramos una primera jornada maratoniana de Festival Gigante en la que, como era de esperar, nuestros pies terminaron llenos de polvo, pero nuestra sonrisa permaneció intacta durante unas cuantas horas.
Muy pronto continuamos repasando lo que dio de sí el festival. Mientras tanto, os dejamos una selección de las mejores imágenes de la jornada:
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