Hace algunas semanas confirmábamos que Diego Ortega había puesto rumbo a su segundo disco. Ya estábamos deseando saber de este trabajo, que viene a confirmar el buen estado de la formación liderada por el músico almeriense. Ya lo sospechábamos con aquel single de cuyo lanzamiento nos hacíamos eco, “Nada que puedas regalar”. Se trataba de un tema sencillo que sacaba su lado más rock y que, lejos de buscar ser trandescental, pretendía simplemente ser escuchado y disfrutado. Y vaya si lo conseguía, al igual que lo hace el disco que hoy te presentamos.
Tal y como estábamos deseando anunciar, el segundo disco de Diego Ortega -publicado tras aquel “Laureles y vino” (2016)- ya es una realidad. Este trabajo, que recoge diez temas, lleva por título “Tristes girasoles” se grabó en Niculina Records (Murcia). Su gestación tuvo lugar entre el pasado año y el actual, y la producción corrió a cargo del reconocidísimo Santiago Campillo. 
Fue difícil para el propio Diego elegir entre las más de cuarenta canciones que tenía guardadas, pero lo consiguió. El resultado es un puñado de temas que conforman un paisaje sonoro cuyo nexo de unión son las cuidadas letras.
Las letras de este disco llaman la atención por sí mismas. Si buceamos entre ellas encontraremos letras comprometidas, pero también críticas con el mundo que nos rodea. Además, Diego Ortega también pone a nuestra disposición historias de lucha y de superación (“Payasos post-modernos”, “no quiero que juegues conmigo”, “bocas cerradas” o “En malas manos”). Además, sus textos también hablan de su país (“Tristes girasoles”, de hechos históricos (“Tierra de rojo”) o de libertad y renuncia (“Libre de acción”). Por todo ello, nos encontramos ante un trabajo valiente, que huye de modas musicales o sonidos del momento. Éste es un disco cargado de pequeños detalles sonoros y lingüísticos que piden a gritos ser descubiertos de forma sosegada. Sin duda, uno de esos discos que merecen ser escuchados con atención, pues será la única forma de conseguir conectar con esos universos oscuros y misteriosos y esperanzadores y luminosos que esconden sus canciones.
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